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cristalizadas de material carbónico. ¡Mariposas cubiertas con una película de diamantes!
Gilramie sonrió.
Puedo imaginármelas convirtiéndose en una moda entre algunas mujeres. ¿Te
acuerdas de cómo los lagartos resplandecientes montados en cadenitas de oro se
convirtieron en una moda? ¡Adórnese con una mariposa viva revestida de diamantes!
Obtendríamos magníficos honorarios como descubridores de este mundo. ¡Es hermoso!
Gildoran sonrió ante la idea tan extravagante y pensó, de nuevo, cuan agradable era
estar con ella, cuando le aceptaba simplemente como a un compañero. A aquellas
alturas, ella debía saber que al trasladarse al alojamiento del Capitán, había asignado el
camarote adyacente a Gilmerritt y que ambos estaban juntos, pero no había hablado de
ello y le estaba agradecido.
Entiendo que estás aquí abajo como representante de la Guardería. ¿No te estoy
apartando de tu trabajo, verdad?
No, Gilban me pidió que explorase los alrededores y localizara un buen lugar para los
niños; agua potable, sombra, razonablemente lejos del ruido del laboratorio de campo y
del equipamiento. Estaba considerando la cima de esa colina pequeña; el lago sería
estupendo, pero todavía no estamos seguros de qué formas de vida puede contener.
¿Crees que hice mal al negarme a bajar a los niños, Ramié?
¿Cómo voy a saberlo, Gildoran? Creo que fuiste sensato al tomar el camino más
prudente. Siempre habrá alguien que te critique, hagas lo que hagas le recordó ella ;
Gilban cree que eres demasiado precavido y algún otro te reprobará por ser demasiado
temerario. Te van a censurar de cualquier modo, así que puedes tomar la decisión que
creas más conveniente.
Pero ella todavía parecía preocupada, y él preguntó:
¿Qué te preocupa, Ramie?
Los ojos de la joven buscaron el borde del claro, donde los de la cuadrilla geodésica
estaban tendiendo las líneas topográficas.
Gilharrad respondió por fin, lentamente . Creo que deberías haberle prohibido
bajar a la superficie. Hay suficiente trabajo para él a bordo de la Gypsy Moth. ¿Estás
seguro de que puede soportar la gravedad?
Él quiso venir y Gilrae lo solicitó repuso Gildoran . Eso es lo peor, Ramie. No me
siento cómodo dando órdenes a personas que estaban al mando de la Gypsy Moth antes
de que yo aprendiera a sostener una regla de cálculo o una cuchara, por así decirlo. En
cuanto a los niños, contaba con la decisión de Gilhart.
Pero no puedes negarle nada a Gilrae dijo Ramie perspicazmente.
Maldita sea, Ramie...
Oh, Doran, ¡no! Tampoco yo puedo, ¿cómo podría? Pero estoy inquieta por
Gilharrad. ¿No puedes enviarle arriba en el próximo alto que hagamos? Me parece que no
se encuentra bien.
Cuando se reunieron para almorzar en el claro, Gildoran observó al anciano con
detenimiento, y aunque se movía con lentitud y era frágil, Gilharrad tenía buen aspecto.
Cuando Gildoran le preguntó por su salud, él declaró rotundamente que nunca se había
encontrado mejor, que el aire le estaba sentando muy bien, y que a menos que aquel
planeta estuviese marcado con su nombre, no había nada allí abajo que pudiese causarle
daño alguno.
Tú mismo no tienes un aspecto demasiado saludable, joven concluyó.
Gildoran se dio por vencido. Era cierto, tenía dolor de cabeza. Todos tenían dolor de
cabeza y Gildoran sospechaba que si no era el ozono, el suyo al menos era puramente
psicosomático; el resultado de tener el peso, si no del planeta, al menos de la Gypsy
Moth, descansando sobre sus hombros solitarios.
No me gusta este mundo. Es ridículo, pero sigo teniendo la sensación de un desastre
inminente y eso no me gusta.
Más tarde, Gilmerritt le trajo una caja de muestras.
¿Has visto alguna vez un insecto que se parezca a una rana? inquirió . Mira éste.
Es un insecto anfibio. ¡Observa las grandes vejigas de aire que tiene en el pecho!
Gildoran observó la enorme criatura y su piel a franjas rojas. Verdaderamente se
asemejaba a una rana monstruosa, de casi ocho pulgadas de largo.
Pero, ¿es realmente un insecto?
No cabe duda.
Su enorme pecho estaba hinchado como un fuelle.
Debe croar de un modo monstruoso comentó Gildoran.
Pues eso es lo curioso del caso repuso Gilmerritt, poniendo cara de extrañeza .
Escucha. No oyes nada, ¿verdad?
No. Pero me ha entrado tal dolor de cabeza que no puedo ver con claridad, así que
me alegro de que no produzca un estruendo proporcionado a su tamaño.
Eso es dijo Gilmerritt afablemente . Es por eso que la Poohbear encontró este
lugar ruidoso y el motivo de que Lori se marease y de que todos tengamos dolor de
cabeza. Las Poohbears evidentemente tienen mejor oído que nosotros. El oído humano
sólo responde a sonidos entre, aproximadamente, 16 y 20.000 ciclos por segundo. Este
enorme ser emite subsonidos; nueve pulsos por segundo. Y todo el mundo sabe que los
subsonidos provocan mareos a las personas, producen dolor de cabeza, sensación de
miedo y malestar general. Estamos reaccionando a ruidos insonoros causados por el
croar de una rana gigante.
Gildoran sintió un alivio repentino. Así que aquella era la causa de su vaga inquietud,
de la súbita enfermedad de Lori, de los dolores de cabeza y los extraños e indefinidos
temores. ¡Una pura reacción física ante las ondas sonoras!
¿Podemos deshacernos de las ranas en el área del campamento de la Guardería?
preguntó. Gilmerritt asintió.
Llevará unos cuantos días capturarlas a todas, pero puedo bajar un detector
subsónico para localizarlas. Tendría que haber pensado antes en los subsonidos;
debemos silenciarlas en un kilómetro, más o menos, alrededor del Transmisor. Por tanto,
uno de tus problemas va a dejar de serlo, Doran. Ella le tocó la manga del uniforme con
un gesto íntimo y él sonrió aliviado.
¿Los subsonidos no pueden provocar ningún daño físico?
Gilmerritt negó con la cabeza.
No, a menos que fuesen de un volumen mucho mayor del que puede emitir un ser de
este tamaño. Si esta especie de rana tuviese el tamaño de un elefante, entonces podría
ser peligrosa; tal como es, resulta sólo un incordio. Pensé que te agradaría saberlo.
Gildoran asintió, sugirió que hablase a Gilban de ello y la observó mientras se alejaba,
pensando que, al menos, uno de sus problemas estaba solventado. Cuando la tripulación
supiera que su malestar y sus dolores de cabeza eran debidos a una simple causa física
corregible y cuando las ranas insectos fuesen capturadas y liberadas donde no se las
oyera, el campamento se volvería más habitable y aquel hermoso mundo podría empezar
a hacer honor a su promesa.
En aquel preciso momento, oyó un clamor de voces en la distancia. Al principio eran
sólo gritos sin palabras, provenientes del área general de la cuadrilla geodésica; luego se
percató de que alguien estaba vociferando su nombre. Entonces echó a correr por el
borde calcinado de los acantilados y un nuevo temor le embargó hasta casi hacerle sentir
pánico.
¿Ahora qué? ¿Ahora qué, maldita sea?
No era lo bastante lejos para utilizar el aparato de aterrizaje, pero demasiado lejos para
poder oír con claridad.
He de organizar algún tránsito de superficie aquí abajo.
Les encontró a medio camino; era un grupo apiñado de tripulantes, hombres y mujeres
apretujados, portando algo pálido, de una flaccidez horripilante y con una repulsiva
sensación de reiteración. Entonces entendió que no toda su aprensión podía ser atribuida
alegremente a los subsonidos.
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