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Ella asintió entre lágrimas: aturdida, desgreñada y enmarañada.
 No sé qué me sucedió. Había un ojo de gamo en la bóveda. Tocaba música.
Bailamos. Estaba tan enamorada.
Walter recordó la última visita del ojo de gamo. Había matado y se había comido al
pobre Busch. Le dió unas palmaditas en el hombro.
Val recogió las grabaciones ópticas de la puerta y de varias meca agros. Junto con
Walter, estudiaron la violación de Dee Pen.
 Debe ser algo de la música, haz que la analicen  dijo Val.
Walter pidió grabaciones auditivas de las bóvedas en que se habían producido las
reacciones de flores agrupadas. El mismo análisis: una base de casi 200 hertzios con una
energía focalizadora de unos 160 decibelios. El ritmo variaba, pero siempre intentaba
aproximarse al ritmo vagal de la víctima: el del pulso.
 Este trovador errante tiene sobre sus espaldas una docena de violaciones y ciento
cincuenta reacciones de flores en grupo. Demasiadas muertes para un amante de la
música  dijo Val.
En los meses siguientes los mapas mostraban el alcance de las actividades de Kaia.
Aparecían puntos cuándo enviaba ciudadanos hacia sus muertes. Cuando violaba a
mujeres de la Colmena aparecían triángulos. Walter y Val seguían el rastro de las
coordenadas e intentaron varias veces interceptarle a pie, pero el trovador asesino los
eludía con facilidad. Con sus abultados trajes era casi imposible perseguirle a pie. Las
violaciones aumentaron a centenas, las flores a millares.
Val agarró a la saltadora cuando estaba trepando la balaustrada. La frotó con barro y
se la llevó a rastras hasta su cubículo. Arrojando barro TAB por todo el suelo, tiró sus
cortinas, alfombras y muebles tapizados por el vertedero. Embadurnada, pegajosa y
granular, gritaba:
 ¡Mis muebles! ¡He tardado años en tejerlos!
Val le sacudió la cara para hacerle volver el sentido.
 Hace un momento estabas intentando matarte. Este barro te protegerá del polvo de la
casa: A.I. Esos muebles te matarán. Hace un momento estabas deprimida, ¿no es así?
¿No te da una perspectiva diferente ese cuerpo cubierto de barro?
Ella resbaló sobre el suelo de barro y se sentó de golpe. Sí, la vida tenía ahora otro
aspecto. Él arrojó el resto del barro contra la pared, y dijo:
 Únete a los tabeadores. Acude a sus reuniones. Intenta mantenerte viva.
 Otra aparición de ojo de gamo  dijo Walter cuando entraba Val . Esta vez bastante
cerca  le entregó a Val su maletín de caza.
Val estaba cansado. Era el final de su turno, pero se desplazó directamente hacia la
ciudad eje que había dado la noticia y subió por la espiral hasta el garaje. Un escuadrón
de guardias de seguridad se apiñaban en torno a la pantalla. Se veían los jardines.
 ¿Me lo he perdido otra vez?  preguntó Val jadeante.
 No  dijo el capitán de la guardia . Todavía está ahí. Mis hombres tienen miedo de
salir. No hay trajes Herm, ¿sabes?
Val no hizo ningún comentario. Sabía que los de Seguridad tenían hígados grises
aguados como casi todos los ciudadanos. Se necesitaba un cazador valiente con un
hígado marrón, para salir Fuera. Miró a la Pantalla. La imagen se nubló. Le dio un golpe
con la palma de la mano. Los ópticos de la bóveda de este eje estaban viejos.
El ojo de gamo se encontraba de pie en posición de descanso como a un cuarto de
milla de distancia. Sostenía la guitarra como un escudo con el brazo izquierdo. A Val le
produjo un poco de incomodidad ese cuerpo tieso y la cara sin expresión. Nunca había
visto a un ojo de gamo esperando así a un cazador. Y la música, no de cuerda como una
guitarra, sino el ching, ching, ching de un tamboril.
 ¿Hace cuánto tiempo que está ahí fuera?  preguntó Val, poniéndose el traje.
 Más de cuatro horas.
Se enganchó el cono de las flechas sobre el hombro izquierdo y avanzó hacia la
puerta.
 Dame una apertura de dos pulgadas. Gracias.
Cuando empezó a mirar hacia Fuera la cadencia del tamboril aumentó de volumen. El
ojo de gamo empezó a avanzar hacia él. La música creció, vibrando la puerta y el casco
de Val.
 Veo una guitarra, pero oigo tamboriles  dijo Val.
 No son tamboriles  dijo el mec del garaje , sino armaduras. Las ondas sonoras
analizadas muestran una legión romana de hace unos 5.000 años. Pertenece a 3.000
soldados a pie a una distancia media de 1,8 millas sobre un terreno de pequeños montes.
 Sonido simulado  murmuró Val . Ese instrumento musical es de lo más sofisticado.
El sonido alcanzó los 200 decibelios. El casco de Val le protegía, pero la gente de
Seguridad tuvo que retroceder hasta la espiral. Val podía oír ahora las espadas y escudos
chocando unos con otros.
 Me siento impresionado  dijo Val con sarcasmo. Sacó la flecha, pidió a la puerta que
le diera tres pulgadas más y apuntó al pecho del ojo de gamo. No estaba a más de
treinta yardas de distancia cuando disparó. Una muerte fácil.
Val se acercó al cuerpo tieso. Yacía todo lo largo que era sobre un lecho de judías. La
guitarra seguía en pie, sobresaliendo entre el verde. Val se inclinó. El cuerpo estaba frío,
sin pulso. Los ojos y la boca estaban secos, las córneas nubladas. Llevaba bastante
tiempo muerto. La flecha se le había clavado sin sangre en el exterior del esternón.
 Sí  dijo Guitar , lleva medio día muerto.
Val dio un brinco y sacó otra flecha. La mec con forma de guitarra lanzó unos destellos
agradables. Val se calmó.
 ¿Eres la mec responsable de todas estas violaciones?
 Sí, señor.
 Pero tú no tienes un pene.
 En mí resultaría algo incongruente. Pero tienes razón. No tengo un pene. Consigo uno
cuando la situación lo requiere.
 Eres una mala máquina. Has matado a muchos ciudadanos con tu música, haciendo
que salgan Fuera. Debes obedecerme y volver dentro para que te reprogramen.
 No soy ese tipo de máquina, cazador. Te estoy pidiendo que salgas Fuera y viajes
conmigo.
Val habló a su comunicador de pulsera:
 Dame un rayo concentrado. ¿Puedes enfocar sobre esta pequeña mec renegada?
Quiero que le transmitas una orden autodestructora; ¿puedes hacerlo?
Guitar se escurrió hacia atrás como un cangrejo.
Val miró al cuerpo inerme. ¿Para qué lo había traído Guitar a la bóveda? ¿Algún tipo
de rito funerario para un guerrero muerto? Val se preguntaba qué papel acababa de [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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