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Kordan, luego Burek, Sygiek y Dulcifer, Takeido, y finalmente Constanza.
- Solicitamos una escolta hasta la seguridad de la Garganta Dunderzee - dijo Kordan -.
Podemos ofrecerle ventajas a cambio. ¿Comprende?
- Es difícil que entiendan, ¿no? - dijo Sygiek.
- Está bien, Millia... Transmítales el mensaje en lenguaje de signos.
Sygiek se volvió hacia Constanza en forma conciliatoria.
- Usted debe saberlo, Rubyna. Usted vive en este mundo detestable... ¿Puede hablar
el lenguaje de esta gente?
Rubyna volvió un hombro a la otra mujer mientras respondía.
- No son gente, sino animales. Disparamos contra ellos hasta matarlos, como a los
demás animales. Hasta ahora no ha sido probado que posean un lenguaje; Kordan dice lo
mismo. Pronto seremos rescatados, y entonces todos ellos serán eliminados.
Exterminados.
El líder puso una mano sobre el brazo de Kordan, que se echó hacia atrás. Pero el
gesto, aunque imperioso, no era hostil. Les indicaron mediante ademanes que los
siguieran.
No les quedaba más alternativa que ésa. Pese a la cortesía, eran celosamente
vigilados por los guardias, que los rodeaban mientras cruzaban los fuegos centrales
caminando por el suelo irregular en dirección al templo. En la escalinata del edificio, el
líder hizo un alto para arengarlos de nuevo. Sus ojos ardían intensamente, clavados en
ellos; hablaba con fervor. Señaló frecuentemente hacia arriba, con un dedo tendido hacia
el orificio en el techo de la caverna, a través del cual era visible el cielo nublado. Luego se
dirigió directamente a Sygiek, hablándole vehementemente, señalándola a ella y a sí
mismo.
Ella lo estudió resueltamente, esforzándose por sostenerle la mirada, intentando
adivinar, a través de siglos de divergencia, qué clase de hombre era. Todo lo que veía era
la oscura superficie de sus ojos. Extrajo de su túnica un fragmento de cristal. Era parte de
un espejo roto. Se lo extendió para que pudiera ver sus propios ojos grises, luego lo
apuntó al rostro de él.
- ¿Qué teorías extraen ustedes sobre esto? - preguntó a los demás.
- Le está pidiendo que se empareje con él - dijo Takeido, y dejó escapar una risita.
- Quizás ha tenido una hija como usted - sugirió Burek.
- Está comentando las similitudes entre nuestra especie y la suya - dijo Kordan.
- Le está pidiendo que vea lo parecidos que somos nosotros y él - dijo Dulcifer -, y que
usted es mucho más atractiva que él.
- Se prepara para arrancarle los ojos - dijo Constanza.
La cuestión no quedó resuelta. Como si se sintiera vejado, el líder hizo una señal con
su mano izquierda. Los seis fueron conducidos escalinata arriba y dentro del edificio sin
techo. Mientras pasaban, vieron a hombres con túnica haciendo antorchas. Pasaron cerca
de las dos masas de metal, completamente veteadas con tubos y espitas, y se detuvieron
bajo la gran estructura de madera que se elevaba hacia el cielo abierto. Un poco más
abajo, casi contra la pared de piedra de la caverna, había una hilera de algo parecido a
establos. Precisamente hacia allá fueron conducidos.
Cada departamento contenía un asiento, largos grilletes clavados, dos a cada pared
opuesta, y poca cosa más. Pese a las protestas, fueron encadenados de manos y pies.
- ¡Esto es tan sólo otra inmunda prisión! - gruñó Takeido -. No podré soportar mucho
más de eso.
- Hay prisiones peores que esto en toda la Tierra - dijo Burek.
- Daré parte de usted por esta observación - dijo Sygiek, con algo de su antiguo ardor -.
Nuestros lugares de confinamiento son parte de un elaborado sistema judicial, y han sido
diseñados para reeducación.
- Además - dijo Kordan -, observen que hemos sido promovidos. Ya no estamos
enjaulados como animales, sino como seres humanos. Siguen manteniéndonos cautivos,
inevitablemente, pero nos han instalado en un lugar sagrado. Es más, creo que el
presidente se está disculpando.
- ¡Disculpándose! - dijo Takeido. Hundió su rostro entre las manos y se echó a reír
blandamente.
A juzgar por el tono conciliatorio del líder, estaba intentando algo parecido a una
disculpa. Dio unas palmadas. Le alcanzaron un objeto y se lo extendió a Kordan, que lo
examinó.
- Es un libro de páginas metálicas - dijo -. Tiene algunos diagramas, así que quizá sea
un libro de texto. Inevitablemente el lenguaje es alguna antigua lengua capitalista. Nunca
vi antes esos jeroglíficos. No es cirílico ni germánico; podría descifrarlos a ambos. Debe
de ser inglés.
Lo devolvió negligentemente, diciendo:
- Gracias, imposible leerlo.
- Dudo de que ellos puedan leer eso ni mucho menos - dijo Dulcifer -. Es tan sólo una
reliquia.
- Eso no importa - dijo Burek -. Está intentando mostrarle que él venera algo que
proviene de fuera de este mundo. ¿Puede acaso imaginarlos hojeando las páginas
metálicas de un libro en esta maldita caverna?
El libro fue retirado, el líder lanzó otro breve discurso, hizo una inclinación de cabeza y
se retiró con su escolta.
X
Permanecieron solos durante el resto del día, excepto cuando la vieja bruja les trajo
bols individuales de una sopa aguada, con sabor a menta. Las horas pasaron lentamente,
y los bancos eran duros. Aunque eran capaces de mirar por encima de las puertas de la
celda y de las bajas paredes que los separaban, las horas se arrastraron con terrible
inercia. Especularon acerca del rescate, sabiendo que por aquel entonces serían echados
de menos en el Unidad y en Ciudad de la Paz. Mantener un optimismo de oficio se hizo
particularmente difícil durante la larga tarde.
El orden en que estaban sentados en sus celdas era: Burek, Kordan, Constanza,
Takeido, Dulcifer, Sygiek.
- Les diré todo lo que siento y pienso - exclamó de pronto Takeido, cuando el silencio
se había adueñado de ellos durante un largo tiempo -. Sé que hacer esto es reprobable,
es de mal gusto o incluso a menudo castigable, pero después de todo quizá nunca
regresemos al Sistema, esto es obvio. En primer lugar desearía estar acostado junto al
río, con Rubyna Constanza en mis brazos, haciendo el amor con nuestros cuerpos
desnudos pegados. Perdóneme, Rubyna, pero tal es mi sincero deseo.
Constanza no dijo nada. Se mordisqueó el dedo meñique y bajó la mirada.
- «Cuando un lobo aúlla - citó Burek -, aúlla toda la manada.» - Se rió.
Tras otro silencio, Takeido dijo:
- Ya basta con mis deseos. Vayamos ahora con mi intelecto. Esto puede ser
desagradable para ustedes. Poseo cierto conocimiento científico más allá de mi propia
disciplina de exobotánico, pero he especulado más de lo que nunca haya divulgado. Lo
que digo, aunque basado en nuevas experiencias, está fundado en antiguas
meditaciones.
»De acuerdo. Nuestro encumbrado camarada, el académico Jerezy Kordan, es un
historiador oficial, pero no dudo de que todos nosotros hemos adquirido una cierta noción
de la historia, pese a las muchas prohibiciones. Después de todo, la élite sabe cómo
esquivar sus propias reglas mejor que nadie, ¿eh? Bien. Tal como lo entiendo, el homo
sapiens del cual procedemos estaba obsesionado por muchos fantasmas, todos ellos
relacionados con las imperfecciones heredadas de su sistema de gobierno..., quiero decir
que se convertían en seres vinculados, en términos evolutivos, añadiendo nuevos
sistemas de control a los viejos. Así pues, existía un cierto conflicto inherente. Esto el
homo sapiens intentó explicarlo de varias formas a través de su historia. Fue inventada
una serie de injerencias, la mayor parte de ellas, externas al hombre: proyecciones...,
podríamos decir, de adentro hacia afuera, para mayor comodidad del incómodo sapiens.
Dioses, fantasmas, azares, demonios, duendes, hadas, espíritus, golems. Todos eran
injerencias. Los grandes sistemas religiosos y filosóficos fueron edificados a fin de dar
cuenta de las incomodidades fisiológicas, muchas de las cuales llevaban dominando las
mentes de los hombres durante cientos de años. Las proyecciones resultaban más [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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